ayer leí el primer capítulo del nuevo libro de jeff speck walkable city, la ciudad caminable. speck define la caminabilidad como un fin y un medio a la vez que una medida: “mientras que las recompensas son físicas y sociales, la caminabilidad es tal vez más útil en cuanto contribuye a la vitalidad urbana y es más significativa como indicador de esa misma vitalidad.”
speck explica que lo que hace que una ciudad sea caminable no son sólo las banquetas, pasos peatonales, rampas y demás, sino, sobre todo, el tejido (fabric) de la ciudad: “la colección cotidiana de calles, cuadras y edificios que anudan a los monumentos.” dice también que el peatón es una especie muy frágil –”el canario de la mina de la habitabilidad urbana”. el caminar debe cumplir –según speck– con cuatro condiciones: ser útil –llevarnos a alguna parte–, seguro –sobre todo percibirse como seguro–, cómodo e interesante.
en el primer capítulo, why walkability?, speck afirma que la vida peatonal es la única manera en que se pueden dar encuentros casuales que deriven en amistades –entendamos que la vida peatonal va desde la caminata en la banqueta hasta el café o la copa en la esquina o el almuerzo en el buen restaurante de barrio.
afirma algo más: que en los estados unidos las nuevas generaciones están optando por vivir en centros urbanos, en vez de en suburbios, y desplazarse a pie, en bicicleta o en transporte público. es más que una moda: es una tendencia demográfica que, entre varias razones, tiene un componente imaginativo: hoy más gente se imagina vivir en la ciudad de otra manera, no pasando horas en su auto privado atrapados en el tráfico sino en centros urbanos relativamente densos y con diversidad de usos al alcance no de la mano sino de los pies.
el cambio depende en gran medida de nuestra capacidad de imaginarnos de otro modo –creo fue castoriadis quien dijo que una sociedad funciona exitosamente mientras sea capaz de imaginarse exitosamente como sociedad. y la imaginación, hoy, es alimentada en buena medida por la televisión.
speck dice que creció en los suburbios viendo por horas en la tele programas como la isla de gilligan, the brady bunch, o la familia partridge. si en la primera serie se trata de una comunidad aislada por accidente, en los segundos eran comunidades aisladas voluntariamente: exiliados a la paz del suburbio a dónde sólo se llega en su auto –o en autobús, pero también privado como el de los partridge. claro, sigue speck, que también veía programas donde la ciudad aparecía como protagonista: dragnet, mannix o las calles de san francisco. en todos esos casos la ciudad era escenario de violencia y crimen. el mensaje que la televisión –como inception– colocaba en el imaginario colectivo era claro: la ciudad es peligrosa, el suburbio apacible.
las nuevas generaciones han crecido también en los suburbios, pero ahora –escribe– viendo seinfeld, friends o, más tarde, sex and the city. la ciudad se ha vuelto, en esos programas, un espacio agradable, atractivo, donde los amigos se encuentran y divierten. notemos que el énfasis es, como la famosa serie, en los amigos y ya no en las familias o, más bien, las familias también aparecen ahora mostrando su cara oculta –como los suburbios: desperate housewives sería el mejor ejemplo de la nueva manera de ver al suburbio y a la familia: tan disfuncionales y peligrosos como antes imaginábamos a la ciudad.
cuando en las elecciones pasadas se culpaba –no sin razón– a la televisión privada de ser parcial al informar, escribí aquí que peor que lópez dóriga resultaba cualquier telenovela o programa de la televisión mexicana que limita nuestra imaginación y construye estereotipos de formas de vida. no dudo que el show de bill cosby, al presentar a una familia negra exitosa, haya sumado a la posibilidad de que hoy estados unidos tenga un presidente negro. tampoco dudo que will & grace y más tarde modern family o the new normal ayuden a que la sociedad tenga otra imagen de los homosexuales. por supuesto no supongo que la televisión sea el único motor de esos cambios, pero si un importante combustible o, de menos, lubricante, y en un país sin lectores, como méxico, con mayor razón.
hace mucho que no veo en la tele nacional otra cosa que noticieros y similares, pero supongo que las telenovelas siguen siendo, además de historias repetidas, mal actuadas y producidas pobremente, un escaparate de mal gusto donde las mismas “técnicas narrativas” –qué excesivo resulta aquí ese término– se usan para presentarnos la situación física de la historia, el dónde: una imagen fija de un exterior y luego pasamos a un interior acartonado, siempre igual, con la misma iluminación y decorado. por lo que recuerdo –y me resisto a hacer el trabajo de campo– los personajes de las telenovelas mexicanas no van a restaurantes o bares –mucho menos reales– ni al parque, no caminan por la banqueta, no andan en bici y menos en pesero o en metro –y si algo así sucede, es para mostrarnos la triste vida de la niña pobre que al final será salvada gracias a que, en realidad, es la hija perdida del rico, rubio y guapo.
en la televisión mexicana, además de que parece no existir el 70 por ciento de la población nacional –al que finalmente van dirigidos esos programas– la ciudad es un fantasma, la vida urbana, pública, está ausente. el mexicano que vive en una terriblemente diseñada casa geo a tres horas de cualquier centro urbano se sienta en la noche, muerto de cansancio, a ver el interior acartonado y de mal gusto de la casa del rico en la telenovela –o de la vecindad, que siempre será una farsa.
por eso cuando leo que los “vecinos y comerciantes” de división del norte se oponen a una ciclovía o que “vecinos y comerciantes” de la roma y la condesa se oponen a los parquímetros, supongo que en buena parte tiene que ver con su incapacidad de imaginarse algo distinto a lo que viven, incapacidad si no generada sí al menos fomentada por el imaginario televisual.
tiene razón fernando escalante cuando escribe que “el público es el culpable”, pero en las maneras de usar y, sobre todo, imaginar el espacio público, quienes no han visto mucho y lo que han visto no les muestra otras posibilidades, poco pueden hacer. ¿será parte de la solución, para una mejor ciudad, más seinfeld y menos telenovelas?
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La ciudad y la vida urbana son los grandes ausentes de la television mexicana. La unica fuente de informacion para la mayoria de los habitantes de la republica, que no lee. Nunca recibe informacion de lo que es vivir en una verdadera ciudad, de lo que es el caminar y convivir con tus vecinos y tu vecindario.
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